jueves, 17 de noviembre de 2011

La gente lo llama "el loco que dice buen día". Pero es el único ser que vi con una flor en ojal en primavera. Y en vez de tener los ojos empañados de envidia, de tristeza, de rencor..., los tiene abiertos y hondos, se puede ver en ellos lo que siente, como se ven los peces a través del agua. Y le va cantando al sol y a la ternura, estremecido por la alegría.
¿Cómo va a ser un loco un hombre que regala flores y saluda por las calles, cómo va a ser un loco un hombre que ama a los viejos, a los jóvenes, a los niños, a los perros, a los gatos, suelta los pájaros de las jaulas y sonríe porque el sol es redondo y amarillo?
Locos... somos los otros: los que miramos con angustia los relojes, los que no estrechamos las manos de quienes no nos muestran su documento de identidad y no tienen bien lustrados los zapatos, los que nos ponemos un vidrio de distancia entre nosotros y los demás... con la excusa de protegernos. Bah, por temor a darnos, a amar, a que nos llamen locos.

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