Me duele la lejanía. De ausencia. De soledad. De necesidad apasionada de verte media hora, pero ya mismo.
A mi las palabras me nombran mujer.
A vos las palabras te nombran hombre.
Y esta mujer y este hombre intercambiaron magias y energías, sueños, pensamientos obsesivos y recurrentes que hicieron girar el universo imparable de la vida.
- ¿Quieres que se detenga?
- ¿Eso quieres?
Solo la muerte puede convertir en estatuas nuestros movimientos.
Y no quiero detenerme.
No quiero parar.
Todavía no quiero ser estatua...
Yo quiero ser esto que soy : que llora, que besa, que desea, que insiste... ~
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